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Datos del documento

Original, título
Divina Commedia (Inferno XXXIII 1-84)
Original, fechas
Redacción: 1306-1321. 1ª circulación: s. XIV-XV.
Lugar de publicación
Barcelona
Fechas
1856 [edición]
Edicion
1ª ed.
ISBD
[Conde Ugolino]. En: Diario de Barcelona. — (3-IX-1856).
Fuente
Ejemplar de librería anticuaria.
Verificada
✔️
Descripción del contenido
  • Texto: inc. «La boca levantó del horrible manjar...», expl. «...Arno en su desembocadura para anegar a tus moradores!».
  • Texto (parte): inc. «La boca levantó del horrible manjar...», expl. «...Arno en su desembocadura para anegar a tus moradores!».
Observaciones

Dentro del Artículo del mismo Milà i Fontanals: "Dante. Infierno. Pedro de las Viñas.-Conde Ugolino". Traducción en prosa.

Traductor

Milà i Fontanals, Manuel 1818 - 1884

Filólogo y escritor, nacido en Vilafranca del Penedès. Se doctoró en Filosofía y letras en 1845, pasando a ocupar por oposición la cátedra de literatura de la Universidad de Barcelona el año siguiente. Se ocupó tanto de las literaturas hispánicas como de las del resto de Europa, aunque con especial atención a la literatura catalana, a la literatura trovadoresca y a la épica castellana. Presidió dos veces los Juegos Florales (1859 y 1883), en los que defendió la exclusión de la lengua castellana. Presidió la Academia de Bones Lletres, fue miembro de la de Bellas Artes y correspondiente de las de la Historia y de la Real Academia Española. Intervino asimismo en las polémicas ortográficas sobre el catalán de finales de siglo. Su discípulo Menéndez Pelayo publicó sus Obras completas en ocho volúmenes (1888-1896), aunque en realidad no lo son, ya que en 1908 se reunieron en un volumen más sus Obres catalanes.

Autor

Dante Alighieri 1265 - 1321

Bibliografía

Estudios sobre el traductor

  • Baasner, Frank & Francisco Acero Yus (dirs.), Doscientos críticos literarios en la España del siglo XIX, Madrid-Darmstadt, CSIC, Instituto de la Lengua Española-Wissenschaftliche Buchgesellschaf, 2007.

Textos

Original

INFERNO, XXXIII 1-84

La bocca sollevò dal fiero pasto
quel peccator, forbendola a' capelli
del capo ch'elli avea di retro guasto.

Poi cominciò: "Tu vuo' ch'io rinovelli
disperato dolor che 'l cor mi preme
già pur pensando, pria ch'io ne favelli.

Ma se le mie parole esser dien seme
che frutti infamia al traditor ch'i' rodo,
parlare e lagrimar vedrai insieme.

Io non so chi tu se' né per che modo
venuto se' qua giù; ma fiorentino
mi sembri veramente quand'io t'odo.

Tu dei saper ch'i' fui conte Ugolino,
e questi è l'arcivescovo Ruggieri:
or ti dirò perché i son tal vicino.

Che per l'effetto de' suo' mai pensieri,
fidandomi di lui, io fossi preso
e poscia morto, dir non è mestieri;

però quel che non puoi avere inteso,
cioè come la morte mia fu cruda,
udirai, e saprai s'e' m'ha offeso.

Breve pertugio dentro da la Muda,
la qual per me ha 'l titol de la fame,
e che conviene ancor ch'altrui si chiuda,

m'avea mostrato per lo suo forame
più lune già, quand'io feci 'l mal sonno
che del futuro mi squarciò 'l velame.

Questi pareva a me maestro e donno,
cacciando il lupo e ' lupicini al monte
per che i Pisan veder Lucca non ponno.

Con cagne magre, studiose e conte
Gualandi con Sismondi e con Lanfranchi
s'avea messi dinanzi da la fronte.

In picciol corso mi parieno stanchi
lo padre e ' figli, e con l'agute scane
mi parea lor veder fender li fianchi.

Quando fui desto innanzi la dimane,
pianger senti' fra 'l sonno i miei figliuoli
ch'eran con meco, e dimandar del pane.

Ben se' crudel, se tu già non ti duoli
pensando ciò che 'l mio cor s'annunziava;
e se non piangi, di che pianger suoli?

Già eran desti, e l'ora s'appressava
che 'l cibo ne solea essere addotto,
e per suo sogno ciascun dubitava;

e io senti' chiavar l'uscio di sotto
a l'orribile torre; ond'io guardai
nel viso a' mie' figliuoi sanza far motto.

Io non piangea, sì dentro impetrai:
piangevan elli; e Anselmuccio mio
disse: "Tu guardi sì, padre! che hai?".

Perciò non lacrimai né rispuos'io
tutto quel giorno né la notte appresso,
infin che l'altro sol nel mondo uscìo.

Come un poco di raggio si fu messo
nel doloroso carcere, e io scorsi
per quattro visi il mio aspetto stesso,

ambo le man per lo dolor mi morsi;
ed ei, pensando ch'io 'l fessi per voglia
di manicar, di sùbito levorsi

e disser: "Padre, assai ci fia men doglia
se tu mangi di noi: tu ne vestisti
queste misere carni, e tu le spoglia".

Queta'mi allor per non farli più tristi;
lo dì e l'altro stemmo tutti muti;
ahi dura terra, perché non t'apristi?

Poscia che fummo al quarto dì venuti,
Gaddo mi si gittò disteso a' piedi,
dicendo: "Padre mio, ché non m'aiuti?".

Quivi morì; e come tu mi vedi,
vid'io cascar li tre ad uno ad uno
tra 'l quinto dì e 'l sesto; ond'io mi diedi,

già cieco, a brancolar sovra ciascuno,
e due dì li chiamai, poi che fur morti.
Poscia, più che 'l dolor, poté 'l digiuno".

Quand'ebbe detto ciò, con li occhi torti
riprese 'l teschio misero co' denti,
che furo a l'osso, come d'un can, forti.

Ahi Pisa, vituperio de le genti
del bel paese là dove 'l sì suona,
poi che i vicini a te punir son lenti,

muovasi la Capraia e la Gorgona,
e faccian siepe ad Arno in su la foce,
sì ch'elli annieghi in te ogne persona!

Comentarios

Texto conforme a la vulgata

Paratextos

Texto de la traducción

TRADUCCIÓN DE MILÀ I FONTANALS

La boca levantó del horrible manjar aquel pecador, limpiándola con los cabellos de aquella cabeza que había ya roído.

Luego comenzó: tú quieres que yo renueve el desesperado dolor que el corazón me oprime con sólo pensarlo, antes que de ello hable.

Pero si mis palabras deben ser semilla que germine infamia contra el traidor que estoy royendo, hablar y llorar me verás juntamente.

No sé quién eres ni de qué manera has venido aquí, pero por tu habla me pareces florentino.

Tú debes saber que yo fui el conde Ugolino y éste el arzobispo Ruggieri: voy a manifestarte por qué tengo tal vecino:

No hay que decir que confiando en él, fui preso y luego muerto a causa de sus perversos pensamientos.

Pero acaso no has oído cuán cruda fue mi muerte; oiráslo y sabrás si me ha ofendido.

Una menguada abertura en el encierro que por mí ha tomado el título de torre del hambre, y en que debiera ser todavía encerrado otro,

me había ya dejado ver muchas lunas cuando tuve un malhadado ensueño que me rompió el velo de lo futuro.

Este que estoy royendo se me presentó como jefe de una muchedumbre que nos cazaba a nosotros, lobos y lobeznos, en aquel monte que que impide a los pisanos ver a Luca.

Con perras flacas, solícitas y diestras, Gualandi acompañado de Sismondi y de Lanfranchi se había adelantado a los demás cazadores.

Después de breve corrida me parecían cansados el lobo y los lobeznos y que les hendían los costados agudos colmillos.

Al despertarme por la mañana oí que en sueños mis hijos que conmigo estaban y que demandaban pan.

Muy cruel eres si no te dueles ya pensando en lo que a mi corazón se anunciaba; y si no lloras ¿de qué sueles llorar?

Despiertos estaban ya y se acercaba la hora en que se solía traernos la comida, y cada uno estaba temeroso pensando en sus ensueños.

Y sentí clavar la puerta de abajo de la horrible torre; por lo que miré cara a cara a mis hijos sin decir palabra.

Yo no lloraba, pues mi corazón se había vuelto de piedra. Lloraban ellos y mi Anselmuccio me dijo: ¿por qué miras así, padre? ¿qué tienes?

Pero yo no lloré, ni respondí todo aquel día, ni la noche después hasta que salió en el mundo otro sol.

Al entrar en la dolorosa cárcel un poco de luz y al conocer yo por el aspecto de mis cuatro hijos cuál era el mío,

mordíme ambas manos a efecto del dolor, y ellos pensando que lo hiciese por deseo de comer, levantáronse de súbito,

y dijeron: padre, menos doloroso será el que tú comas de nosotros: tú vestiste estas miserables carnes, tú las despoja.

Aquietéme entonces para no entristecerles más: aquel día y otro estuvimoc todos, todos mudos. Oh dura tierra, ¿por qué no te abriste?

Luego que hubimos llegado al cuarto día, Gaddo se me arrojó tendido a los pies diciendo: ¿padre mío, por qué no me ayudas?

Murió al punto, y como tu me ves a mí vi yo expirar los tres uno tras otro entre el día quinto y sexto: entonces empecé yo

a andar vacilando entre ellos y tres días les llamé después que hubieron muerto. Luego pudo más el ayuno que el dolor."

Cuando esto hubo dicho volvió los ojos y clavó de nuevo en el miserable cráneo los dientes que quebrantaron los huesos, fuertes como los de un can.

¡Ah, Pisa, vituperio de las gentes de aquel bello país donde el 'Sí' se pronuncia! Ya que tanto tardan tus vecinos en castigarte,

muévanse las islas Capraya y Gorgona y obstruyan el Arno en su desembocadura para anegar a tus moradores!

Comentarios

Se segmenta el texto para facilitar el cotejo con los tercetos de Dante. Asimismo, se modifica la ortografía sólo en lo que atañe a las acentuaciones decimonónicas (á, ó, fué), aquí suprimidas.