Datos del documento
- Original, título
- Divina Commedia (Inferno II, 43-142)
- Original, fechas
- Redacción: 1306-1321. 1ª circulación: s. XIV-XV.
- Lugar de publicación
- Barcelona
- Fechas
- 1856 [edición]
- Edicion
- 1ª ed.
- ISBD
- [Mensaje de Beatriz]. En: Diario de Barcelona. — (24-VIII-1856).
- Fuente
- Ejemplar de librería anticuaria.
- Verificada
- ✔️
- Descripción del contenido
-
- Texto: inc. «Si bien he comprendido tus palabras...», expl. «...entré con él en el camino alto y silvestre».
- Texto (parte): inc. «Si bien he comprendido tus palabras...», expl. «...entré con él en el camino alto y silvestre».
- Observaciones
Dentro del Artículo del mismo Milà i Fontanals: Dante. Infierno. Mensaje de Beatriz.-Entrada en el Infierno. Traducción en prosa.
Traductor
Milà i Fontanals, Manuel 1818 - 1884
Filólogo y escritor, nacido en Vilafranca del Penedès. Se doctoró en Filosofía y letras en 1845, pasando a ocupar por oposición la cátedra de literatura de la Universidad de Barcelona el año siguiente. Se ocupó tanto de las literaturas hispánicas como de las del resto de Europa, aunque con especial atención a la literatura catalana, a la literatura trovadoresca y a la épica castellana. Presidió dos veces los Juegos Florales (1859 y 1883), en los que defendió la exclusión de la lengua castellana. Presidió la Academia de Bones Lletres, fue miembro de la de Bellas Artes y correspondiente de las de la Historia y de la Real Academia Española. Intervino asimismo en las polémicas ortográficas sobre el catalán de finales de siglo. Su discípulo Menéndez Pelayo publicó sus Obras completas en ocho volúmenes (1888-1896), aunque en realidad no lo son, ya que en 1908 se reunieron en un volumen más sus Obres catalanes.
Otras traducciones
- Decameron. Novella I, 9, 1ª ed. (1875)
- Deberes del hombre, 1ª ed. (1843)
- Deberes del hombre, 3ª ed. (1881)
- Deberes del hombre, 4ª ed.? (1912)
- Deberes del hombre, 2ª ed. (1848)
- [Mensaje de Beatriz], 2ª ed. (1892)
- [Conde Ugolino], 1ª ed. (1856)
- [Conde Ugolino], 2ª ed. (1892)
- [Entrada del Infierno], 1ª ed. (1856)
- [Entrada del Infierno], 2ª ed. (1892)
- [Pedro de las Viñas], 2ª ed. (1892)
- [Pedro de las Viñas], 1ª ed. (1856)
- [Picarda], 1ª ed. (1856)
- [Betariz], 2ª ed. (1892)
- [Comparación], 2ª ed. (1892)
- [Comparación], 1ª ed. (1856)
- [Cacciaguida], 2ª ed. (1892)
- [Cacciaguida], 1ª ed. (1856)
- [La Coronación], 1ª ed. (1856)
- [La Coronación], 2ª ed. (1892)
- [Rosa del Empíreo], 2ª ed. (1892)
- [Rosa del Empíreo], 1ª ed. (1856)
- [Descripción], 1ª ed. (1856)
- [Descripción], 2ª ed. (1892)
- [Casella], 2ª ed. (1892)
- [Casella], 1ª ed. (1856)
- [Betariz], 2ª ed. (1892)
- [Betariz], 1ª ed. (1856)
- Los animales parleros, 1ª ed. (1840)
- La Pasión, 1ª ed. (1859)
- Tanto gentil aparece y recatada, 2ª ed. (1892)
- Tanto gentil aparece y recatada, 1ª ed. (1856)
- Tanto gentil aparece y recatada, 3ª ed. (1889)
- Tan gentil aparece..., 4ª ed. (1920)
Autor
Dante Alighieri 1265 - 1321
Bibliografía
Estudios sobre el traductor
-
Baasner, Frank & Francisco Acero Yus (dirs.), Doscientos críticos literarios en la España del siglo XIX, Madrid-Darmstadt, CSIC, Instituto de la Lengua Española-Wissenschaftliche Buchgesellschaf, 2007.
Textos
INFERNO II 43-142
"S'i' ho ben la parola tua intesa",
rispuose del magnanimo quell'ombra,
"l'anima tua è da viltade offesa;
la qual molte fïate l'omo ingombra
sì che d'onrata impresa lo rivolve,
come falso veder bestia quand'ombra.
Da questa tema acciò che tu ti solve,
dirotti perch'io venni e quel ch'io 'ntesi
nel primo punto che di te mi dolve.
Io era tra color che son sospesi,
e donna mi chiamò beata e bella,
tal che di comandare io la richiesi.
Lucevan li occhi suoi più che la stella;
e cominciommi a dir soave e piana,
con angelica voce, in sua favella:
"O anima cortese mantoana,
di cui la fama ancor nel mondo dura,
e durerà quanto 'l mondo lontana,
l'amico mio, e non de la ventura,
ne la diserta piaggia è impedito
sì nel cammin, che vòlt'è per paura;
e temo che non sia già sì smarrito,
ch'io mi sia tardi al soccorso levata,
per quel ch'i' ho di lui nel cielo udito.
Or movi, e con la tua parola ornata
e con ciò c' ha mestieri al suo campare,
l'aiuta sì ch'i' ne sia consolata.
I' son Beatrice che ti faccio andare;
vegno del loco ove tornar disio;
amor mi mosse, che mi fa parlare.
Quando sarò dinanzi al segnor mio,
di te mi loderò sovente a lui".
Tacette allora, e poi comincia' io:
"O donna di virtù sola per cui
l'umana spezie eccede ogne contento
di quel ciel c' ha minor li cerchi sui,
tanto m'aggrada il tuo comandamento,
che l'ubidir, se già fosse, m'è tardi;
più non t'è uo' ch'aprirmi il tuo talento.
Ma dimmi la cagion che non ti guardi
de lo scender qua giuso in questo centro
de l'ampio loco ove tornar tu ardi".
"Da che tu vuo' saver cotanto a dentro,
dirotti brievemente", mi rispuose,
"perch'i' non temo di venir qua entro.
Temer si dee di sole quelle cose
c' hanno potenza di fare altrui male;
de l'altre no, ché non son paurose.
I' son fatta da Dio, sua mercé, tale,
che la vostra miseria non mi tange,
né fiamma d'esto 'ncendio non m'assale.
Donna è gentil nel ciel che si compiange
di questo 'mpedimento ov'io ti mando,
sì che duro giudicio là sù frange.
Questa chiese Lucia in suo dimando
e disse: - Or ha bisogno il tuo fedele
di te, e io a te lo raccomando -.
Lucia, nimica di ciascun crudele,
si mosse, e venne al loco dov'i' era,
che mi sedea con l'antica Rachele.
Disse: - Beatrice, loda di Dio vera,
ché non soccorri quei che t'amò tanto,
ch'uscì per te de la volgare schiera?
Non odi tu la pieta del suo pianto,
non vedi tu la morte che 'l combatte
su la fiumana ove 'l mar non ha vanto? -.
Al mondo non fur mai persone ratte
a far lor pro o a fuggir lor danno,
com'io, dopo cotai parole fatte,
venni qua giù del mio beato scanno,
fidandomi del tuo parlare onesto,
ch'onora te e quei ch'udito l' hanno".
Poscia che m'ebbe ragionato questo,
li occhi lucenti lagrimando volse,
per che mi fece del venir più presto.
E venni a te così com'ella volse:
d'inanzi a quella fiera ti levai
che del bel monte il corto andar ti tolse.
Dunque: che è perché, perché restai,
perché tanta viltà nel core allette,
perché ardire e franchezza non hai,
poscia che tai tre donne benedette
curan di te ne la corte del cielo,
e 'l mio parlar tanto ben ti promette?".
Quali fioretti dal notturno gelo
chinati e chiusi, poi che 'l sol li 'mbianca,
si drizzan tutti aperti in loro stelo,
tal mi fec'io di mia virtude stanca,
e tanto buono ardire al cor mi corse,
ch'i' cominciai come persona franca:
"Oh pietosa colei che mi soccorse!
e te cortese ch'ubidisti tosto
a le vere parole che ti porse!
Tu m' hai con disiderio il cor disposto
sì al venir con le parole tue,
ch'i' son tornato nel primo proposto.
Or va, ch'un sol volere è d'ambedue:
tu duca, tu segnore e tu maestro".
Così li dissi; e poi che mosso fue,
intrai per lo cammino alto e silvestro.
- Comentarios
Texto conforme a la vulgata
Texto de la traducción
TRADUCCIÓN DE MILÀ I FONTANALS
“Si bien he comprendido tus palabras, tu corazón se halla aquejado de vileza, la cual muchas veces embaraza al hombre hasta el punto de reatraerle de una empresa honrada, bien como a un bruto puesto a la sombra intimidan falsas visiones. Para librarte de tal temor, diréte por qué vine y lo que oí en el primer punto que de ti sentí lástima. Hallábame entre aquellos que estaban suspensos cuando me llamó una mujer bella y bienaventurada, hasta el grado que me humillé a sus mandatos. Brillaban sus ojos más que el Lucero, y comenzóme a decir suave y blanda con angélica voz en su habla propia: "Oh cortés alma mantuana, cuya fama persevera todavía en el mundo y perseverará cuanto el mundo lejana: mi amigo que no lo es de la ventura, ha encontrado en la desierta playa tan impedido el camino que por temor ya retrocede; y temo que se halle ya tan extraviado que acuda yo tarde en su auxilio según lo que de él oí en el cielo. Apresúrate, pues, y con tu adornado lenguaje y con lo que sea necesario para seguir adelante su camino, ayúdale de manera que reciba yo consuelo. Yo soy Beatriz, la que ahora te incito; vengo del lugar al cual deseo volver; el mismo amor que me movió me hace hablar ahora. Cuando estaré en presencia de mi Señor, a él me mostraré frecuentemente agradecida hacia ti."
Calló entonces y luego empecé yo: "Oh mujer de virtud, por la cual la humana especie aventaja a todo lo contenido dentro del cielo que tiene los cercos menores tanto me place tu mandamiento, que aun cuando lo ejecutase en este instante, me parecería tardía la obediencia; ya no es necesario que me manifiestes más tus deseos. Mas dime la ocasión que ha hecho que no te cause recelo el bajar a este centro desde el ancho lugar adonde deseas volver" ."Ya que tan hondo quieres penetrar, diréte brevemente, me respondió, la causa porque no temo entrar en esta morada. Sólo se debe temer lo que es capaz de dañar; las demás cosas no son temibles. Merced a Dios soy por él hecha tal, que vuestra miseria no me alcanza, ni puede hacer presa en mí vuestro incendio Señora gentil hay en el cielo que se compadece del extravío en que se halla mi amigo, de suerte que se rompe allí arriba todo duro juicio. Esta llamó a Lucía y le dijo: tu fiel necesita de tu auxilio y a ti lo encomiendo. Lucía llena de piedad se movió y vino al lugar donde yo estaba al lado de la antigua Raquel. Y díjome: Oh Beatriz, oh alabanza verdadera de Dios, ¿por qué no socorres a quien tanto te amó, y que por ti se encumbró sobre la vulgar muchedumbre? ¿No oyes el triste acento de su llanto, no ves la muerte que le asalta en medio de una tempestad que excede a las del Océano? "No hubo en el mundo persona inclinada a buscar su bien y a evitar su daño, como yo; después de haber oído las palabras de Lucía vine aquí abajo desde mi bienaventurado asiento, confiando en tu lenguaje honesto que te honra a ti y a cuantos lo han oído."
Luego que hubo dicho Beatriz estas razones, volvió llorosa sus ojos lucientes; lo cual me hizo venir más apresuradamente, y llegué a tu lado como lla deseaba, y te defendí de aquella fiera que te impidió la fácil subida a la bella montaña. Ahora, pues, ¿por qué permaneces inmóvil? ¿por qué abrigas tanta vileza en el corazón? ¿por qué te falta resolución y atrevimiento, cuando tales mujeres bienaventuradas tienen de ti cuidado en la corte del cielo y cuando mi habla te anuncia tantos bienes?" Como las florecitas que inclina y cierra el hielo nocturno, en cuanto el sol las alumbra se enderezan del todo abiertas en su tallo, así hice yo recobrando mi cansada virtud, y tan generoso atrevimiento me invadió el corazón que comencé a decir como persona resuelta: "Oh verdaderamente piadosa aquella que me auxilió, y tú verdaderamente cortés que con tanta prisa te mostrarste odediente a sus palabras. Tú con tu venida y con tus palabras has introducido en mi corazón un deseo que me ha hecho volver a mi primer propósito. Camina, pues, que una sola voluntd es la de entrambos; tú me guía, mi señor y mi maestro." Así le dije y luego que se movió entré con él en el camino alto y silvestre.
A CONTNUACIÓN SE SEGMENTA EL TEXTO PARA FACILITAR EL COTEJO CON LPS TERCETOS DANTESCOS:
Si bien he comprendido tus palabras, tu corazón se halla aquejado de vileza,
la cual muchas veces embaraza al hombre hasta el punto de reatraerle de una empresa honrada, bien como a un bruto puesto a la sombra intimidan falsas visiones.
Para librarte de tal temor, diréte por qué vine y lo que oí en el primer punto que de ti sentí lástima.
Hallábame entre aquellos que estaban suspensos cuando me llamó una mujer bella y bienaventurada, hasta el grado que me humillé a sus mandatos.
Brillaban sus ojos más que el Lucero, y comenzóme a decir suave y blanda con angélica voz en su habla propia:
"Oh cortés alma mantuana, cuya fama persevera todavía en el mundo y perseverará cuanto el mundo lejana:
mi amigo que no lo es de la ventura, ha encontrado en la desierta playa tan impedido el camino que por temor ya retrocede;
y temo que se halle ya tan extraviado que acuda yo tarde en su auxilio según lo que de él oí en el cielo.
Apresúrate, pues, y con tu adornado lenguaje y con lo que sea necesario para seguir adelante su camino, ayúdale de manera que reciba yo consuelo.
Yo soy Beatriz, la que ahora te incito; vengo del lugar al cual deseo volver: el mismo amor que me movió me hace hablar ahora.
Cuando estaré en presencia de mi Señor, a él me mostraré frecuentemente agradecida hacia ti." Calló entonces y luego empecé yo:
"Oh mujer de virtud, por la cual la humana especie aventaja a todo lo contenido dentro del cielo que tiene los cercos menores
tanto me place tu mandamiento, que aun cuando lo ejecutase en este instante, me parecería tardía la obediencia; ya no es necesario que me manifiestes más tus deseos.
Mas dime la ocasión que ha hecho que no te cause recelo el bajar a este centro desde el ancho lugar adonde deseas volver"
"Ya que tan hondo quieres penetrar, diréte brevemente, me respondió, la causa porque no temo entrar en esta morada.
Sólo se debe temer lo que es capaz de dañar; las demás cosas no son temibles.
Merced a Dios soy por él hecha tal, que vuestra miseria no me alcanza, ni puede hacer presa en mí vuestro incendio
Señora gentil hay en el cielo que se compadece del extravío en que se halla mi amigo, de suerte que se rompe allí arriba todo duro juicio.
Esta llamó a Lucía y le dijo: tu fiel necesita de tu auxilio y a ti lo encomiendo.
Lucía llena de piedad se movió y vino al lugar donde yo estaba al lado de la antigua Raquel.
Y díjome: Oh Beatriz, oh alabanza verdadera de Dios, ¿por qué no socorres a quien tanto te amó, y que por ti se encumbró sobre la vulgar muchedumbre?
¿No oyes el triste acento de su llanto, no ves la muerte que le asalta en medio de una tempestad que excede a las del Océano?
"No hubo en el mundo persona inclinada a buscar su bien y a evitar su daño, como yo; después de haber oído las palabras de Lucía
vine aquí abajo desde mi bienaventurado asiento, confiando en tu lenguaje honesto que te honra a ti y a cuantos lo han oído."
Luego que hubo dicho Beatriz estas razones, volvió llorosa sus ojos lucientes; lo cual me hizo venir más apresuradamente,
y llegué a tu lado como lla deseaba, y te defendí de aquella fiera que te impidió la fácil subida a la bella montaña.
Ahora, pues, ¿por qué permaneces inmóvil? ¿por qué abrigas tanta vileza en el corazón? ¿por qué te falta resolución y atrevimiento,
cuando tales mujeres bienaventuradas tienen de ti cuidado en la corte del cielo y cuando mi habla te anuncia tantos bienes?"
Como las florecitas que inclina y cierra el hielo nocturno, en cuanto el sol las alumbra se enderezan del todo abiertas en su tallo,
así hice yo recobrando mi cansada virtud, y tan generoso atrevimiento me invadió el corazón que comencé a decir como persona resuelta:
"Oh verdaderamente piadosa aquella que me auxilió, y tú verdaderamente cortés que con tanta prisa te mostrarste odediente a sus palabras.
Tú con tu venida y con tus palabras has introducido en mi corazón un deseo que me ha hecho volver a mi primer propósito.
Camina, pues, que una sola voluntd es la de entrambos; tú me guía, mi señor y mi maestro." Así le dije y luego que se movió
entré con él en el camino alto y silvestre.
- Comentarios
Se modifica la ortografía sólo en lo que atañe a las acentuaciones decimonónicas (á, ó, fué), aquí suprimidas. Se eliminan paréntesis explicativos que Milà añadió, intercalándolos como glosas, en algún punto (así “que estaban suspensos (es decir, sin gloria ni castigo)...”; “los cercos menores (es decir en el mundo sublunar)...”)