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Datos del documento

Original, título
Inni Sacri (Pentecoste)
Original, fechas
Redacción: 1819-1822 (Pentecoste). 1ª edición: Inni sacri, 2ª ed. aum. Milano: presso Vincenzo Ferrario, 1822.
Lugar de publicación
Barcelona
Fechas
1886 [edición]
Edicion
1ª ed.
ISBD
Pentecostés / Traducción de Manzoni por Gabino Tejado. En: La Hormiga de oro / Director y fundador D. Luis Mª de Llauder. — AñoIII, nº 24, p. 379 (1886, 2ª semana de Junio de 1886).
Fuente
Consulta directa
Verificada
Descripción del contenido
  • Texto: inc. «Madre de santos, pórtico...», expl. «...con la esperanza en Ti».
  • Texto (parte): inc. «Madre de santos, pórtico...», expl. «...con la esperanza en Ti».
Ejemplares
  • BUB*

Traductor

Tejado Rodríguez, Gabino 1819 - 1891

Personaje polifacético (político, periodista, escritor, traductor, entre otras ocupaciones) nacido en Badajoz y fallecido en Madrid. Estudió Humanidades en Cáceres y Derecho en Salamanca, Sevilla y Madrid. Inicialmente apoyó a Espartero, luego pasa a los moderados y finalmente abraza el carlismo. En 1843 es elegido diputado y se traslada a Madrid; será reelegido en numerosas ocasiones, también como senador. Junto con Francisco Villoslada y Aparisi Guijarro, perteneció al grupo de los llamados neocatólicos, defensores acérrimos de los derechos tradicionales de la Iglesia y antiliberales igualmente encarnizados. Su órgano fue el periódico «El Pensamiento Español», fundado por el propio Gabino Tejado en 1860. Publicó las obras completas de Donoso Cortés, su maestro, en 1854-55. En 1866 tradujo los “Elementi di filosofia speculativa” del neoescolástico Giuseppe Prisco. Fue autor de obras devotas, de adaptaciones teatrales, novelas edificantes y opúsculos político-morales (generalmente contra el catolicismo liberal), además de divulgador del pensamiento antiilustrado europeo a través de numerosas traducciones. En 1881 fue admitido en la Real Academia Española.

Autor

Manzoni, Alessandro 1785 - 1873

Bibliografía

Estudios sobre el traductor

  • Baasner, Frank & Francisco Acero Yus (dirs.), Doscientos críticos literarios en la España del siglo XIX, Madrid-Darmstadt, CSIC, Instituto de la Lengua Española-Wissenschaftliche Buchgesellschaf, 2007.

Textos

Original

LA PENTECOSTE

Madre de' Santi; immagine
della città superna;
del Sangue incorruttibile
conservatrice eterna;
tu che, da tanti secoli,
soffri, combatti e preghi;
che le tue tende spieghi
dall'uno all'altro mar;

campo di quei che sperano;
Chiesa del Dio vivente;
dov'eri mai? qual angolo
ti raccogliea nascente,
quando il tuo Re, dai perfidi
tratto a morir sul colle,
imporporò le zolle
del suo sublime altar?

e allor che dalle tenebre
la diva spoglia uscita,
mise il potente anelito
della seconda vita
e quando, in man recandosi
il prezzo del perdono,
da questa polve al trono
del Genitor salì;

compagna del suo gemito,
conscia de' suoi misteri,
tu, della sua vittoria
figlia immortal, dov'eri?
in tuo terror sol vigile,
sol nell'obblio secura,
stavi in riposte mura,
fino a quel sacro dì,

quando su te lo Spirito
rinnovator discese
e l'inconsunta fiaccola
nella tua destra accese;
quando, segnal de' popoli,
ti collocò sul monte,
e ne' tuoi labbri il fonte
della parola aprì.

Come la luce rapida
piove di cosa in cosa,
e i color vari suscita
dovunque si riposa;
tal risonò moltiplice
la voce dello Spiro:
l'Arabo, il Parto, il Siro
in suo sermon l'udì.

Adorator degl'idoli,
sparso per ogni lido,
volgi lo sguardo a Solima,
odi quel santo grido:
stanca del vile ossequio,
la terra a Lui ritorni:
e voi che aprite i giorni
di più felice età,

spose che desta il subito
balzar del pondo ascoso;
voi già vicine a sciogliere
il grembo doloroso;
alla bugiarda pronuba
non sollevate il canto;
cresce serbato al Santo
quel che nel sen vi sta.

Perché, baciando i pargoli,
la schiava ancor sospira?
e il sen che nutre i liberi
invidiando mira?
non sa che al regno i miseri
seco il Signor solleva?
che a tutti i figli d'Eva
nel suo dolor pensò?

Nova franchigia annunziano
i cieli, e genti nove;
nove conquiste, e gloria
vinta in più belle prove;
nova, ai terrori immobile
e alle lusinghe infide,
pace, che il mondo irride,
ma che rapir non può.

O Spirto! supplichevoli
a' tuoi solenni altari;
soli per selve inospite;
vaghi in deserti mari;
dall'Ande algenti al Libano
d'Erina all'irta Haiti,
sparsi per tutti i liti,
uni per Te di cor,

noi T'imploriam! placabile
spirto discendi ancora,
a' tuoi cultor propizio,
propizio a chi T'ignora;
scendi e ricrea; rianima
i cor nel dubbio estinti;
e sia divina ai vinti
mercede il vincitor.

Discendi Amor; negli animi
l'ire superbe attuta:
dona i pensier che il memore
ultimo dì non muta:
i doni tuoi benefica
nutra la tua virtude;
siccome il sol che schiude
dal pigro germe il fior;

che lento poi sull'umili
erbe morrà non colto,
né sorgerà coi fulgidi
color del lembo sciolto
se fuso a lui nell'etere
non tornerà quel mite
lume, dator di vite,
e infaticato altor.

Noi T'imploriam! Ne' languidi
pensier dell'infelice
scendi piacevol alito,
aura consolatrice:
scendi bufera ai tumidi
pensier del violento;
vi spira uno sgomento
che insegni la pietà.

Per Te sollevi il povero
al ciel, ch'è suo, le ciglia,
volga i lamenti in giubilo,
pensando a cui somiglia:
cui fu donato in copia,
doni con volto amico,
con quel tacer pudico,
che accetto il don ti fa.

Spira de' nostri bamboli
nell'ineffabil riso;
spargi la casta porpora
alle donzelle in viso;
manda alle ascose vergini
le pure gioie ascose;
consacra delle spose
il verecondo amor.

Tempra de' baldi giovani
il confidente ingegno;
reggi il viril proposito
ad infallibil segno;
adorna le canizie
di liete voglie sante;
brilla nel guardo errante
di chi sperando muor.

Paratextos

Texto de la traducción

PENTECOSTÉS

Madre de santos, pórtico
de la Sión triunfante;
del cáliz preciosísimo
depósito constante;
Tú, que en edad sin término,
padeces, luchas, oras,
remontando tus proras
del uno al otro mar;

Esperanza del mísero,
Iglesia de Dios viva:
¿En qué albergue recóndido
moraste fugitiva,
cuando tu Rey, de pérfidos
presa, con sangre tanta
enrojeció la planta
de su encumbrado altar?

Y cuando roto el túmulo,
surgió con brazo fuerte
a cancelas el hórrida
vistoria de la muerte;
y cuando el fin del Lábaro,
de perdón precio y muestra,
ostentando, a la diestra
del padre en nubes fué;

Tú, celestial partícipe
de su mosterio y luto;
Tú, de su lauro esplédido
inmarcesible fruto,
¿en dónde estabas? Fúnebre
silencio te escondía
medrosa, hasta que el día
lució de amor y fe,

que sobre ti el Espíritu
renovador bajando,
y la inconsútil flámula
en tu frente posando,
de la tierra en la cúspide
te entronizó esplendente,
y en tus labios la fuente
de la salud abrió.

Como la luz, que súbita
se extiende vagarosa,
pintando mil imáagenes
do quiera que se posa,
tal resonó multíplice
tu vos en raudo giro;
y el Árabe, y el Siro,
y el Partola entendió.

Cese, infeliz idólatra,
cese tu impuro canto;
mira a Salém, y atónito
oye aquel grito santo
supersticioso vértigo
no más al Cielo ofenda.
Y vosotras, que prenda
sois de mejor edad,

madres, que el germen trémulas
bullir sentís precioso
de nueva vida, ó próximas
ya al trance doloroso:
no más de falsos númenes
pidáis la vil clemencia:
vuestro fruto es ya herencia
del Dios de la piedad.

No ya al besar tu vástago,
pobre esclava, suspires;
de madre libre el ósculo
no ya envidiosa mires.
En la Cruz a su tálamo
te alzó el Omnipotente,
que a toda la doliente
raza de Eva encumbró.

Nueva gente el Empíreo
pregona y leyes nuevas;
nuevas hazañas, títulos
que abonan altas pruebas;
serena viril, íntegra
paz, que puede iracundo
escarnecer el mundo,
pero frustrarla no.

Hénos aquí ¡Oh Paráclito!
al pié de tus altares,
entre las rocas áridas,
en los revueltos mares,
desde el Pyrene al Líbano,
del Ande al Himalaya,
una fe en toda playa
y un solo corazón:

A Ti incocamos. Plácido,
para quien fiel te adora,
manda tu influjo célico
también al que te ignora.
Rinde al que en duda fñunebre
contra Ti lucha erguido,
y sé para el vencido
Tú mismo galardón.

Ven, ¡oh Amor! Tú los ánimos
que el ira enciende calma.
Muestra al orgullo indómito
el alto fin del alma.
Sobre tus dones vívido
tu rayo se difunda,
cual los del sol que inunda
la flor del erial.

Que entre abrojos estériles
olvidada muriera,
sin colores no balsamo
que dar a la pradera,
si desde el éter límpido
no la nutriese amante
de luz vivificante
el onda perenal.

A Ti invocamos. Próvido,
cual aura de consuelo,
ven a alegrar los páramos
en donde abita el duelo.
Contra la injusta cólera
sea tu paz escudo;
aprenda en Ti el sañudo
la ciencia del perdón.

Por Ti al Cielo sus lágrimas
lleve el pobre y su queja;
trueque su llanto en júbilo,
pensando a quien semeja.
De amor el rico pródigo,
al indigente hermano
tienda la ocultamano
con que avalora el don.

Tú del niño la cándida
risa benigno sella;
tiñe de casta púrpura
el rostro a la doncella;
de las sagradas vírgenes
en el seno reposa;
consagra de la esposa
el verecundo sí.

De mocedad el ímpetu
temerario sujeta;
rige el viril propósito
hacia infalible meta;
sé del anciano báculo,
y las pupilas hiere
con la esperanza en Ti.

Comentarios

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