Poeta y escritor madrileño, perteneciente a la corriente heterodoxa del falangismo, y padre del gran novelista Rafael Sánchez Ferlosio. Fue corresponsal del ABC en Roma (Italia) y miembro de Falange Española, con una notable influencia ideológica. Fue vicepresidente de la Junta Política y Ministro sin cartera entre 1939-1940, consejero nacional y Procurador en Cortes. Entres sus obras se recuerda “Pequeñas memorias de Tarín” (1915), “La vida nueva de Pedrito de Andía” (1951), “Lances de boda” (1952), “Fundación, hermandad y destino” (1957), Apología de Bilbao (1970) y “Sonetos de un verano antiguo y otros poemas” (1971). En su vida está inspirada la novela de Javier Cercas: “Soldados de Salamina”, en torno a la cual ha tejido Eduardo Haro Tecglen una brillante página sobre el personaje que conoció personalmente: “Creyó que Primo de Rivera pretendía algo más que vengar a su padre, el dictador, y que el romanismo de Mussolini (vivió en Italia, se casó allí) se podía trasladar. Le traté algo, muchos años después, y comí muchas veces con él y con Luis Calvo, que no era falangista ni nada: un periodista de primer orden al servicio de su periódico, 'Abc'. Yo le quise mucho. Rafael estaba, por entonces, empavorecido por el camino que tomaban sus hijos y su yerno Javier Pradera y procuraba no ser confundido con ellos. Tuve por él gran admiración por ser un gran escritor: 'La vida nueva de Pedrito de Andía' y 'Rosa Kruger' son novelas básicas de la literatura española del siglo; quizá la figura del hombre de Franco y José Antonio, del figurón del régimen, los haya hecho desdeñar injustamente. Para mí lo mejor que hizo fue su hijo Rafael Sánchez Ferlosio que escribió el deslumbrante 'Alfanhui'; y 'El Jarama', que llenó una época, por no decir las siguientes. La evolución de Ferlosio hacia una libertad plena, absoluta, ha hecho de él un pensador incomparable y el mejor escritor de ahora mismo. Soy capaz de decir que la gran escritura de la derecha, sobre todo de la derecha falangista, viene de su contacto con la izquierda. En el caso de Rafael Sánchez Mazas, su tiempo en 'Cruz y Raya', la revista de Bergamín, con su catolicismo raro y contrariante. Muchos intelectuales de entonces hicieron su primer trabajo con el comunismo, y se separaron cuando el falangismo parecía ofrecerles una revolución, un adiós a la monarquía cursi, redicha y malvada de la época, con una aproximación a ciertas corrientes intelectuales como el futurismo. La primera parte de 'Madrid, de corte a checa', de Agustín de Foxá, cuando explica esa decadencia y la aparición del joven Primo le hace ver la posibilidad de una rebelión más próxima a su cuna y su cruz, es una obra maestra literaria: la segunda parte está teñida de odio, miedo y falsedad. Y los dos tomos que debían seguir a esta obra, una trilogía, no aparecieron jamás. Algo vio en los suyos que le volvió más cínico que iluso.” (Babelia-El país, Sábado 14 de abril 2001)